Skip to main content

El routesetting es mucho más que colocar presas en una pared. Imagina esto: acabas de encadenar tu proyecto soñado. La secuencia fue perfecta, los movimientos fluyeron como si hubieran sido coreografiados solo para ti. Pero, ¿alguna vez te has preguntado quién diseñó esa experiencia? Quién estuvo colgado, atornillando cada agarre con precisión, afinando el ritmo de la vía para que la disfrutara una persona como tú.

Detrás de cada toma hay alguien que observa, escucha y crea. Ese alguien es el o la routesetter. No es sólo “el que pone presas”, es artista, ingeniero, psicólogo del movimiento y constructor de comunidad. En este artículo te llevo al backstage del armado: desde la primera idea hasta el impacto social que deja una buena vía.

Alma creativa

Antes de que suene el taladro, el routesetter se sienta frente al muro como quien abre un cuaderno en blanco. Imagina movimientos: saltos, compresiones, transiciones suaves o decisiones tácticas. Esta fase requiere un ojo artístico pero también mucha observación: ver cómo escala la gente, qué la motiva, dónde se frustra.

Un buen routesetter traduce esa observación en narrativa: diseña una línea que te hace dudar en el crux, que regala un descanso justo cuando lo necesitas, o que celebra tu estilo personal. Hay una dimensión emocional: una vía puede darte confianza o desafiarte al límite.

Los estilos también se diversifican: rutas “old school” de resistencia, problemas de boulder estilo “puzzle” o dinámicos “coordis” inspirados en compes internacionales. Cada vía es una mezcla entre intuición, ensayo y sensibilidad para contar algo en la pared.


Experiencia y formación profesional

Nadie se cuelga el taladro el primer día. El oficio se construye a partir de la práctica constante, el acompañamiento de mentores y la formación estructurada.

Etapas del aprendizaje

  • Aprendiz (0–500 h): acompaña al equipo de armado, limpia presas, ayuda con logística, observa decisiones.
  • Intermedio (500–1 500 h): comienza a proponer movimientos, arma circuitos específicos, aprende torque y biomecánica.
  • Sênior (1 500+ h): lidera proyectos, ajusta vías tras testeo, comprende normativa IFSC y diseña rutas inclusivas.
  • Internacional (5 000+ h): trabaja en competencias oficiales, dirige equipos de setters y forma a nuevas generaciones.

¿Por qué se cuentan horas?

Como en cualquier oficio, el route setting se aprende haciendo. Las horas representan experiencia acumulada en situaciones reales: observando, probando, fallando y ajustando. Las etapas (de 0 a 5 000+ horas) se basan en estándares como los del programa Professional Routesetting de la Climbing Wall Association (CWA), que establece rangos de práctica supervisada antes de certificar a un setter como competente para liderar proyectos o armar competencias internacionales.

ilustración en tonos morados de un routesetter rodeado de presas de escalada, herramientas y una hoja con el dibujo de una vía.

Certificaciones oficiales

La Climbing Wall Association (CWA) ofrece el programa Professional Routesetting (PRS), que estructura el crecimiento profesional con requisitos claros:

  • PRS Nivel 1: requiere 50 h de experiencia. Enfocado en herramientas, seguridad y fundamentos de diseño.
  • PRS Nivel 2 Boulder y Ropes: exige entre 150 y 200 h comprobables. Incluye diseño completo de circuitos y evaluación del rendimiento del escalador.

Además, la formación se complementa con talleres de inclusión (paraclimb), trabajo en altura certificado y constante feedback entre pares.

Carlos Verduzco, routesetter mexicano, lo dice claro en el episodio 3 del podcast Rockangular: “Hay que entender que esto no es un hobby. Es una profesión con impacto real en la cultura vertical”.


Ciencia y precisión

Una buena vía no sólo se siente fluida. Está diseñada con principios físicos y anatómicos en mente. Cada agarre se monta según:

Principios biomecánicos

  • Movimientos seguros para hombros, rodillas y columna. El setter analiza el tipo de agarre y su posición para evitar rotaciones forzadas o impactos en articulaciones vulnerables. Esto es clave especialmente en movimientos dinámicos o pasos con taloneo.

  • Transiciones que respetan el rango articular natural. Las rutas bien diseñadas permiten que el cuerpo fluya sin posiciones extremas o torceduras. Las tomas deben estar ubicadas de forma que el siguiente paso resulte accesible sin comprometer la integridad física.

  • Uso de presas que fomentan la técnica, no el esfuerzo bruto. Un buen armado enseña sin decir: invita al escalador a usar el centro de masa, a empujar en vez de jalar, a pensar antes de forzar. Así, la vía se convierte también en herramienta pedagógica.

Torque y orientación

  • Los tornillos se aprietan a torque específico (10-15 Nm promedio). Esto garantiza que las presas queden fijas con la presión justa: ni tan flojas que se giren con el uso, ni tan apretadas que dañen el material o la pared. Usar una llave dinamométrica permite medir ese torque con precisión y mantener estándares de seguridad industrial.

  • La orientación define dificultad: un agarre plano girado 30º cambia completamente la línea. Esa inclinación puede convertir un canto en un romo, o un paso fluido en un crux técnico. Los setters usan esta rotación intencionalmente para modular la intensidad, dictar el ritmo de la vía o condicionar la beta.

Normativa y competencia

En eventos oficiales, la IFSC exige que cada vía cumpla con criterios técnicos de seguridad, progresión y variedad de estilos. La seguridad se refiere tanto al montaje físico (presas bien fijadas, rutas sin riesgos de impacto) como al tipo de movimiento diseñado. La progresión evalúa si la vía se vuelve más difícil de forma coherente y fluida. La variedad busca que se utilicen diferentes estilos técnicos: equilibrio, compresión, movimientos dinámicos o lectura visual.

Además, se consideran aspectos psicológicos: hay rutas diseñadas para presionar mentalmente al escalador (por exposición, ambigüedad o secuencias con alto compromiso), y otras que refuerzan la confianza o transmiten fluidez. El routesetter debe tener la sensibilidad para construir esa experiencia emocional sin poner en riesgo la seguridad ni el disfrute.


Herramientas y EPP

Nada de esto es posible sin el equipo correcto. El trabajo de armado ocurre en altura, con herramientas potentes y materiales pesados.

Equipo básico de un routesetter

  • Arnés industrial, casco y sistema de anclaje tipo Y.
  • Impact driver (taladro de impacto) con brocas Allen.
  • Cepillos, cutter, llaves y buckets numerados.
  • Cinta de colores para identificar grado y estilo.
  • Checklist de inspección antes de subir.

Cada setter revisa su equipo antes de subir. Una broca rota o un mosquetón desgastado pueden comprometer toda la jornada. En algunos gimnasios, se aplican estándares como los del programa Climbing Wall Worker Safety (CWA, 2024).


Pulso de la comunidad

Una vez abierta, la vía entra en una segunda vida: la comunidad empieza a dialogar con ella. El routesetter observa, escucha y adapta.

Feedback constante

  • Novatos que no pueden salir del primer paso.
  • Expertos que proponen “beta alternativa”.
  • Paraclimbers que necesitan ajustes en presas clave.

Todo se toma en cuenta. A veces la vía se modifica ligeramente (microajustes) y otras se desmonta a la semana para mantener fresco el muro.

Inclusión y diversidad

El armado también es una herramienta para la equidad: circuitos mixtos, rutas adaptadas, presas pensadas para distintas alturas y tipos de cuerpo. En Latinoamérica ya hay ejemplos como Paraclimb Brasil.

El routesetter no sólo propone retos. Crea espacios donde todxs se sientan capaces y bienvenidxs.


Armar rutas es una profesión que combina arte, ciencia, experiencia y comunidad. Con sueldos que pueden superar los $50 000 USD/año en EE. UU. (Glassdoor, 2025), y un ecosistema en expansión en México y Sudamérica, el route setting está tomando su lugar como una disciplina clave en la cultura vertical.

La próxima vez que encadenes tu proyecto, detente un segundo. Observa el ritmo, el diseño, la historia que alguien pensó para ti. Y si te gustó, etiqueta a tu routesetter. Dile #GraciasPorElFlow.